J.Luis Seefoó Luján
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No me equivoco demasiado si afirmo que un gran número de taxistas, operadores y permisionarios, exclama hoy “no a los taxis piratas” portando todavía su mosquete con la mecha humeante y el alfanje afilado en la humanidad de otro corsario o de un pasajero. Muchos de los que ahora exigen a las autoridades “no liberar más licencias, permisos, para taxis, combis y microbuses”, en su momento ingresaron al gremio de un modo poco transparente.
Otras prácticas comunes son el trabajar uno o varios vehículos de manera simultánea con una licencia o permiso y el concentrar los derechos en grupos familiares mediante la compra, renta, permuta o préstamo de documentos más o menos legales. Parece obvio que si el transporte público urbano no fuera un negocio redituable no hubiera tantas contradicciones internas (pleitos) que con frecuencia tienen resultados fatales disfrazados de “problemas personales”.
La composición social y económica de los grupos que controlan permisos, rutas y horarios es compleja y, para nada, responde a las necesidades (intereses, derechos) de los trabajadores del volante que son quienes dan la cara al público. Los dueños pueden ser un diputado, un líder sindical, un profesor jubilado y, las más de las veces, un antiguo permisionario del servicio público del transporte.
En el servicio hallamos una interesante madeja de relaciones: 1) dueños de vehículo, titulares de derechos, que manejan (ellos mismos) el taxi o el microbús; 2) operadores que trabajan bajo un salario y/o comisión por venta de boletos; 3) choferes-operadores que convienen la entrega diaria de una cantidad al dueño del vehículo más el tanque lleno de gasolina y fuera de eso, el dinero de todos los servicios era para ellos; 4) choferes de la central reciben todo lo que cobren por servicios (“cortes”) fuera de la central camionera y la sumas del boletaje emitido en el módulo es para la empresa-dueño.
No hay un conjunto de trabajadores asalariados (choferes) frente a un grupo de dueños; no existe una masa de “obreros del volante” que gestione, negocie condiciones laborales con (contra) su patrón pues hay patrones-trabajadores, trabajadores que “parecen dueños”. Lo que mejor caracteriza al personal es la inestabilidad laboral.
En estas circunstancias, el chofer “sale a pelear contra otros” para levantar pasaje, ganar la carrera, evadir o sobornar a los agentes de tránsito, sin importar la calidad del servicio.
Rutas saturadas y espacios sin transporte público
Como suelen decir los políticos: “desde los gobiernos anteriores”, los permisionarios han sido un grupo de poder que se acomoda desde las campañas para negociar nuevos permisos, rutas y licencias. En cada campaña crece como ocurre con la nómina del gobierno municipal.
Hay rutas super saturadas donde los autobuses desfilan lentos, a veces sin pasaje y otras en pleno desafío rebasando uno a otro. Por Juárez y 5 de Mayo transitan 5, 6 o más “rutas” mientras que en extensos espacios la población camina largas distancias para tomar el autobús. De Madero a Labastida no hay ruta alguna en sus calles transversales. Desde Valencia, La Pradera, Progreso Nacional se deben tomar dos camiones para llegar a la central camionera.
Tampoco, desde Juárez hasta Virrey y de 5 de Mayo a avenida del Arbol, hay rutas transversales, excepto el servicio Central-Centro (poco frecuente) y el perimetral de la combi azul Arboledas – La Central.
¿Cuántas rutas hay? ¿Once, quince? Probablemente el lote de buses sume 300 unidades de las cuales 35 son de la ruta “amarilla” (Juan Carlos Amezcua Tamayo, El Independiente, julio 2025). Existen varias combinaciones: 1) Arboledas-Central – Jacinto López (combi azul); 2) Central – Puente de Tubos – Ario – Esperanza – Chavinda - Romero-IMSS (rojos); 3) CFE -5 de Mayo - Juárez- Valle Dorado- Altamira – Pochote (Pericos); 4) Rinconada -Arboleda- Miguel Hidalgo -Generalísimo (Enlace); 5) Central – Rancho Nuevo; 6) Palo Alto - San Pablo – Cerrito de la Arena (Verdes); 7) Pradera – San Ramón -Univa (Gris); 8) Cabañas – Pemex – Romero (Cafés); 9) Pradera – La Planta (Naranjas); 10) Opeño -Ario; Opeño-La Esperanza; Francisco J. Mújica – Opeño; Central – Rancho Nuevo (Rosa); 11) 5 de Mayo -Monte Olivo;, Acanto, Atacheo, Lindavista y El Vergel (amarillos).
Además las líneas que llegan a puntos centrales del primer cuadro: San Simón, La Sauceda, Ecuandureo, Atecucario, Patamban más las combis de Tarecuato y los rojos de Santiago Tangamandapio que recorren Virrey y parte de La Calzada.
Las empresas de taxis es otro campo que entreteje alianzas y conflictos. Son contadas las líneas que no viven procesos de rupturas periódicas, como los partidos políticos y las iglesias. Entre las más conocidas son: Dámaso Cárdenas (5 de Mayo y Circunvalación); Azteca (Sevilla-Alicante y Palo Alto); Plus; El Carmen (costado Mercado El Carmen); Ejecutivos (Av. Del Arbol próxima a M. Navarrete); Elite; Máquinas Rojas; Máquinas; El Valle; Alfa; Halcón; El Vergel; Milenio Radio Taxi; Sitio Taxi Zamora; 20 de Noviembre; Jardinadas; EcoTaxi; Plaza Robles; H. San José y Hospital Regional.
Casi un monopolio, un “pulpo camionero”
Por esa condición, en conjunto, los permisionarios a través de los choferes son reacios a la competencia. Exigen para sí la libertad de dedicarse al trabajo o negocio al que constitucionalmente tiene derecho; es decir “que no les impidan” ocuparse en ese trabajo o negocio, pero que no haya combis de Tarecuato al Centro o taxis de Carapan a un punto cercano a la Central de Autobuses y que no se permita a Uber iniciar operaciones.
Y pueden, impunemente: aplicar las tarifas que les plazca dependiendo de la urgencia del usuario; concluir la ruta en el punto que decidan (“hasta aquí llego”); no levantar pasajeros que por su salud y/o edad tardarían en abordar la unidad; o hacer la parada lejos del punto donde el pasajero necesitaba descender.
La crítica no limita resaltar que el transporte público de pasaje es indispensable y se reconoce su valor acrecentado en localidades como Zamora que crece dispersa con colonias alejadas -La Calera- y servicios de ubicaciones bizarras tipo IMSS donde el paciente deambula “de aquí para allá” porque un trámite se lleva a cabo en La Calzada, otro en Romero y “algo más” en el Fovissste.
Los bloqueos del lunes 14 de julio
Con base en las declaraciones explícitas, los permisionarios se pronuncian en contra de los “taxis piratas” que recorren los pueblos de La Cañada, llegan a su base (próxima a la central de autobuses) y continúan “ruteando” (levantando pasaje) dentro de la ciudad de Zamora. Lo dicho por José Luis Ramírez Victoria, representante de la Unión de Transportistas del Servicio Urbano se enfoca en “la invasión constante de taxis foráneos de La Cañada que entran de manera ilegal a Zamora”, pero ¿qué cierto es esto?
Por (mi) experiencia personal dudo de esa aseveración. Cuando, eventualmente, un pasajero proveniente de La Cañada continúa su viaje hasta el IMSS, el Hospital Regional o el mercado, paga una suma extra al taxista y es poco probable que éste “ande ruleteando” en a Ciudad. Aún en el caso de que algunos taxis de La Cañada “hicieran competencia desleal” movilizando pasajeros en el centro de Zamora, pregunto: ¿de qué tamaño es la flota de vehículos con sus logos de Carapan o Ichan que “quita” tanto pasaje a los choferes de Zamora?
El débil el argumento de los permisionarios zamoranos debe confrontarse con esta observación: ¿no es más sencillo controlar esos 10, 15 taxis de La Cañada que bloquear las principales entradas de Zamora? Si los taxis de La Cañada hacen esa competencia, por qué cerrar Calzada-Zamora-Jacona; Madero en Palo Alto; Juárez en Santa Rosa; Juárez oriente en Oxxo delante de la Central?
El propio Maurilio Cortéz Paz, director de tránsito municipal en Zamora, apuntaba que la demanda de usuarios había bajado sensiblemente al pasar de más de 80 mil pasajeros diarios en los inicios de 2002 a 54 mil en 2025 (Lupita Medios, 14-07-25)
Cerrar todas las entradas principales, causar tanto perjuicio a amas de casa, trabajadores, es una medida excesiva, desproporcionada que no se justifica por la “competencia desleal de los taxis de La Cañada”. La Unión de Taxis del Valle de Zamora y la Unión de Rutas de Autotransporte Urbano y Suburbano del Valle de Zamora no (me) convencen con el discurso vacío: “Estamos siendo invadidos por transporte foráneo que brinda servicio dentro de la ciudad de Zamora sin ninguna regulación, sin cumplir las normas y fuera de toda legalidad”.
Cómo creerle al capitán James Hook cuando se queja contra los navíos de La Cañada por “competencia desleal y sin control; por la pérdida económica, riesgos de quiebra y violaciones al estado de derecho que afecta a los trabajadores del volante y a sus familias”’?
Si los bloqueadores fueran maestros o estudiantes …?
Que no hayan disparado armas de fuego o piedras no significa que el bloqueo fue pacífico. También se ejerce violencia cuando -contra la voluntad de la gente- se colocan vehículos para impedir el libre tránsito de las personas. El artículo 11 de la constitución que los transportistas dicen respetar, prescribe:
Toda persona tiene derecho para entrar en la República, salir de ella, viajar por su territorio y mudar de residencia, sin necesidad de carta de seguridad, pasaporte, salvoconducto u otros requisitos semejantes. El ejercicio de este derecho estará subordinado a las facultades de la autoridad judicial, en los casos de responsabilidad criminal o civil, y a las de la autoridad administrativa, por lo que toca a las limitaciones que impongan las leyes sobre emigración, inmigración y salubridad general de la República, o sobre extranjeros perniciosos residentes en el país.
Los transportistas violaron una garantía constitucional y el Estado (gobiernos de los tres niveles) fueron omisos. Es significativo escuchar a Cortéz Paz, director de tránsito municipal en Zamora recomendar como opción al bloqueo: “si las personas no tienen a que salir, mejor no salgan”.
A la vez es preocupante que otros poderes, presuntamente el Cartel Jalisco Nueva Generación les haya convocado a terminar con el bloqueo: “Tienen una hora para levantar esos bloqueos que nos perjudican a nosotros directamente de lo contrario accionamos, si no creen, pregúntenles a los policías si no cumplimos”
Está claro a quien perjudica el bloquear todas las entradas de Zamora y por qué el gobierno tolera esas acciones. Los más dañados son los trabajadores asalariados, los que perdieron su día de trabajo; los pequeños empresarios que dependen del “día a día”; los que no tienen la “carga asegurada”; los que trabajan a comisión.
Mientras los taxistas “hicieron su agosto” cobrando lo que quisieron frente a usuarios “capturados”, sin opciones.
Si el bloqueo lo hubieran llevado a cabo los maestros, estudiantes o comuneros, ¿cuántos minutos hubiera tardado la Guardia Nacional, la Guardia Civil, la Policía Municipal en presentarse para “disuadirlos?
El Estado no usa “la violencia legitima” contra el “pulpo camionero” porque no es una lucha de trabajadores sino de los empresarios -los dueños- aunque ellos no den la cara, sino los choferes.
En este ambiente de incertidumbre, de omisión de autoridad y ausencia de organizaciones socio políticas que atiendan los perjuicios contra la población, es algo frustrante constatar que los partidos políticos electoreros no reaccionan y sólo se mueven para buscar votos en la siguiente campaña.
Zamora, Michoacán, julio 15 de 2025
seefoo@colmich.edu.mx
Edición: Leticia E. Becerra Valdez
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